Llegar perpendicularmente como el sol al mediodía.
El desafío del sensible ante el blanco, el avant: pintores, escritores, actores...
Tosco blanco que avecinas lejanías atinadas.
Las descripciones eran mi fuerte: entonces a pensar en una.
La tarde descollaba tanto sol como ella amor y la brisa era la más fresca y pura que jamás había sentido su rostro veinteañero. El cielo despejado era su Rey y le regalaba el azul más hermoso. Ese que arregla todas las cosas tornándolas hermosas a su paso.
El jardín la esperaba vestido de gala con las más hermosas flores de estación. Ella, la Reina, lo conocía bien; cada rincón, cada detalle, cada aroma y textura de su naturaleza. Con frecuencia se recostaba sobre él mirando su Cielo intenso, que también miraba embelesado la repetición infinita del amor.